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[Documental] Repasamos ‘Medina: el estafador de famosos’: ¿Quién engaña a quién?

Crítica ‘Medina: el estafador de famosos’ (Prime Video). Jorge Ponce experimenta con el género documental.

Reseña / Opinión de los tres primeros episodios del documental ‘Medina: el estafador de famosos’. Estreno el día 18 de octubre en Prime Video

¿Qué nos queda por ver en el género true crime? Hemos visto robos, asesinatos, secuestros, e incluso Netflix, plataforma reina en este tipo de documental, se atrevió a parodiarlo con su mockumentary ‘American Vandal’. ¿Está entonces todo ya inventado? ¿Ha dado el género todo lo que tenía que dar de sí? Pues quizá quede aún algo de margen.

‘Medina: el estafador de famosos’ no podría encorsetarse en una simple parodia del género, porque nada indica que se ría de él. Ni siquiera que lo tenga en cuenta para su elaboración. Simplemente, es una historia tan absurda como la vida misma. Algo que solo podría haber salido de la mente de Jorge Ponce.

¿Quién es Antonio Medina?

Todo true crime gira en torno a una pregunta vital, y en este caso es «¿quién es Antonio Medina?». Poco o nada sabemos de él. Ni nosotros ni ninguno de los implicados del documental. Lo que todos conocemos es la premisa: Antonio Medina es alguien que se dedica a pedir dinero a los famosos por la calle con tal maña que se puede llegar a la conclusión de que se prepara a conciencia y dependiendo de la persona a la que vaya a estafar. Las cantidades de dinero nunca son grandes, pero las trolas que cuenta sí son monumentales.

De la pregunta inicial surgen otras cuantas. ¿Por qué se prepara tan bien el personaje para sacar, a lo sumo, 20 euros? ¿Cómo conoce tan bien a sus víctimas? ¿Es alguien que ha trabajado en la televisión? Todo esto es lo que intenta aclarar Jorge Ponce de una forma casi obsesiva, acompañado por numerosas víctimas, entre las que encontramos a Dani Rovira, Andreu Buenafuente, Kira Miró…

Tráiler de ‘Medina: el estafador de famosos’

El arte de la nada

El true crime ha estado siempre unido a formas anglosajonas, y ‘Medina: el estafador de famosos’ da la sensación de haber inventado algo con sello ibérico. Porque Jorge Ponce no tiene absolutamente nada para hacer un documental. Su paulatina obsesión por levantar el proyecto y por desenmascarar al tal Medina (algo que es absurdo hasta decir basta), le hacen caer en una lucha quijotesca. Pero, al menos, Don Quijote veía gigantes donde en realidad había molinos, Jorge Ponce se enfrenta a un vacío.

Por lo tanto, Ponce, un auténtico genio de la comedia y del inventar, conocedor de que persigue una quimera que ni de broma alcanza para llegar a los seis episodios pactados con Prime Video, decide que el documental, además de su objetivo principal, se centre y se interese por lo que pasa entre bambalinas. Las discusiones con la plataforma, el trato con la productora, el lidiar con el encargado de que la producción sea ecológica…

En ‘Medina: el estafador de famosos’, hay dos documentales (cuando parecía que a duras penas podría haber uno), y ninguno de los dos se sostendría de pie si se le preguntase por el fin de todo esto. Y, sin embargo, ahí está la comedia.

Jorge Ponce en ‘Medina: el estafador de famosos’

El fracaso como victoria

Hay momentos de comedia pura y dura. Si recordáis el reciente documental para Prime de Tamayo, ‘Cómo cazar a un monstruo‘, ahí la suerte sobrevolaba la producción y todo terminaba saliendo perfectamente, aunque la cosa se torciese, si algo fallaba Tamayo tenía la oportunidad de convertirlo en un thriller, aquí, en cambio, todo sale mal. Y Ponce tiene la oportunidad de convertirlo en comedia. De hecho, como ya hemos dicho, no tiene nada para hacer un documental, pero Ponce consigue sacar la risa. Un mago del absurdo.

La falta de un hilo del que tirar lleva a que Ponce tenga que ser el creador de las situaciones. Algo que ya hace que deje de ser un documental. Pero, a estas alturas, ya todos sabemos que no lo es. Y estas situaciones, que solo pueden salir de una mente embriagada de bufonería, son totalmente ilógicas. Como podría ser, por ejemplo, quedar con un puñado de famosos y repartirlos por el centro de Madrid para ver si Medina coge el cebo. Obviamente, mucha casualidad hubiese sido.

Otras veces, aunque la historia real trascurra por el sendero de la mala suerte, con, por ejemplo, Ana Rosa pisándole la exclusiva en el programa de la mañana, esto, más que una desgracia, es una puerta que se le abre a Ponce para seguir jugando con los límites del género y de la comedia.

La suerte de Jorge Ponce, además de tener esa capacidad de improvisar, es contar con un elenco de lujo para las entrevistas, la crème de la crème del humor de este país. Con especial mención al momento/cagada de Joaquín Reyes.

En definitiva, que nada funcione en ‘Medina: el estafador de famosos’ es, inexplicablemente, la razón por lo que todo funciona.

David Broncano y Silvia Alonso en ‘Medina: el estafador de famosos’

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