
La actriz y presentadora cumple hoy 80 años apartada de la profesión desde hace trece años
La decisión de retirarse no fue de la noche a la mañana, sino meditada. “Estaba harta de hacer siempre de mala, de señora lista, de rica o de mona”, dice siempre. Mónica Randall (Barcelona, 1942) parece no querer volver a la profesión que eligió cuando apenas tenía veinte años. Ahora vive tranquila. Adora viajar, sobre todo a países asiáticos y africanos. Forma parte de un grupo de seguidores de arqueología y juntos recorren países como Egipto, Birmania o Turquía. Sus apariciones públicas han descendido notablemente. Estos últimos meses, se ha dejado ver en varios homenajes a su amiga Pilar Miró, que falleció hace 25 años. También ha recibido varios premios y ha participado en algún programa de televisión. Su colaboración ‘FAQS’ de TV3 el febrero pasado es la más reciente, donde coincidió con la también retirada Teresa Gimpera para debatir sobre la madurez en las actrices, a raíz de las declaraciones de Emma Thompson.
Su madre se negaba a que formase parte del mundo del espectáculo
Aurora Julià Sarasa es natural de Barcelona. Se recuerda como una niña buenísima, costurera y muy aficionada al cine. Tal fue su arraigo al séptimo arte que desarrolló fobia a las arañas a raíz de ver descender a dicho animal en ‘La mujer araña’, la película Roy William Ney. Su madre era una gran cinéfila y admiraba a divas como Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor o Grace Kelly, pero se negaba a que su hija formase parte del mundo del espectáculo. No apoyó la decisión de ésta cuando, a los 17 años, le dijo que quería ser actriz y estudiar en el Instituto del Teatro de Barcelona. “Luego, estuvo encantada, cuando comprendió que éramos gente normal” confesó en una entrevista a Luis Alegre.
Su primer trabajo no fue como actriz, sino como modelo. Al mismo tiempo que estudiaba o se decidía a hacerlo, posó como modelo para ser fotografiada. Terminó la carrera y enseguida se estrenó sobre las tablas en obras como ‘Cena de matrimonios’ o ‘El alma serena’ e incluso formó parte de la Compañía de Teatro Alejandro Ulloa. Su medio, el cine, al menos el que le llevaría a lo más alto de la meca del espectáculo, llegó en 1963, cuando José Díaz Morales llevó al cine la popular zarzuela, ‘La revoltosa’. Años más tarde, también participaría en la versión de Juan de Orduña, de 1968.

La razón por la que decidió llamarse Mónica Randall
A mediados de los sesenta, se sumó al nuevo género del spaguetti western. Se trasladó a Italia para rodar ‘Sangre sobre Texas’ ‘Héroes a la fuerza’, entre otras. Fue en el país itálico donde se autobautizaría como Mónica Randall: “Me puse Mónica por Mónica Vitti y Randall porque era uno de los apellidos que me dieron a escoger entre otros como Hamilton o Smith. Randall me sonó como Sabadell, muy de aquí, una tontería”, declaró a Vanity Fair el año pasado. En dicha entrevista, añadió que allí sufrió un intento de abuso sexual por parte de un director italiano: “Un imbécil, con poco éxito por su parte porque soy bastante fuerte” sentenciaba la actriz.
En ‘Cristina Guzmán’ era una celosa que temía que su novio Arturo Fernández marchase tras la resplandeciente llegada de Rocío Dúrcal. Encarnó a la supervisora secretaria de Jaime de Mora y Aragón en ‘Un adulterio decente’ y era la caprichosa e infiel hija de Paco Martínez Soria en ‘Abuelo Made In Spain’. Pedro Lazaga fue otro de los directores que, más allá de la elegancia que irradiaba, supo ver en Mónica Randall una actriz idónea para la comedia. Con él haría ‘Las amigas’ o ‘Verano 70’, en la que se muestra desatendida de su marido, Jesús Puente, durante las vacaciones veraniegas de varias parejas en las abarrotadas playas de Benidorm.
En los setenta se estrenó como atrevida mujer de Fernando Fernán Gómez en ‘De profesión, sus labores’, donde ayudaba a su dudosa amiga, aunque ello abriese una brecha sentimental. Hizo también ‘Pisito de solteras’, donde se disputaba el amor de Alfredo Landa con Tina Sainz y Silvia Tortosa. Cambiaría de registro en ‘Mi querida señorita’, donde le toca residir en la pensión junto a José Luis López Vázquez, a quien no duda en prestar el dinero necesario y se vistió de época en la adaptación cinematográfica de ‘El libro de buen amor’, donde recientemente había perdido a su esposo y era cortejada por Patxi Andión.

‘Cría cuervos’ y ‘Retrato de familia’, el cine español de culto que trajo polémica
En 1976, Carlos Saura rodó ‘Cría cuervos’, considerada hoy una de las películas esenciales del cine español. Mónica Randall era la estricta tía que llegaba a cuidar a sus recién huérfanas sobrinas. Ana Torrent, que deseaba la muerte a su tía en la ficción, llegó a tener manía a la actriz. “Al morir su madre; en una escena, tenía que acostarla y ella no quería, y me gritaba «¡te odio, te odio!», recordó la Randall a La Razón en 2011. Tampoco fue indiferente la famosa banda sonora que interpretaba Jeannette, aquella magnifica versión que José Luis Perales compuso para la interprete británica, ‘¿Por qué te vas?’. “Llegué a odiarla porque sonaba a todas horas en el rodaje, en cada toma. Todavía hoy le tengo manía”, recalcó la catalana en esa misma entrevista.
La progresista cinta de Saura no estuvo exenta de polémica. El tardofranquismo fue muy crítico con la cinta del oscense y tuvo mucho más recorrido en Europa, por ejemplo, que en España. De hecho, la Randall se hizo famosa en el país galo. Tuvo posibilidades de ser rostro habitual en el cine francés, pero le dio pereza mandar material propio y abandonó su conquista extranjera. Regresó al cine patrio con ‘Retrato de familia’, en la que mantenía relaciones sentimentales con Antonio Ferrandis y Miguel Bosé, centrándose la trama en la amante que ambos, padre e hijo, compartían.
‘Rasgos’ y el arte de la entrevista
La carrera de la catalana fue mucho más allá de la interpretación. En más de una ocasión tuvo la oportunidad de ser presentadora. Debutaba como conductora de un programa dirigido por Pilar Miró y escrito por Fernando G. Tola y que, además, llevaba su nombre: ‘Mónica de medianoche’. El espacio no tuvo mucho éxito. Mónica Randall continuó con su trabajo de actriz hasta que supo del programa ‘Cosas’, que presentaron Marisa Abad y José Miguel Flores (después sustituido por Joaquín Prat). El espacio le permitía grabar desde su Barcelona natal. Allí hacía varias entrevistas que le elaboraba un periodista de redacción: “Poco a poco iba haciendo mis propias preguntas hasta que terminé preguntando lo que me daba la gana” recordaba para el Diario de Sevilla en 2018.
Para su satisfacción, así ocurrió en ‘Rasgos’, un espacio por el que hoy día es recordada. Es más, en varias facultades de Periodismo, sus entrevistas son estudiadas con detenimiento por los futuros comunicadores. “Me quedé estupefacta y después muy orgullosa” reconoció sentirse la actriz tras enterarse. Allí sí, Mónica elaboraba sus propias preguntas y cuestionaba “lo que le daba la gana”. Conversó con grandes nombres del panorama internacional como Indira Gandhi, Yves Montand, Teresa de Calcuta o Raymond Aron, con el cual confesó quedarse en blanco.

Berlanga, director del que nunca se cansa de hablar y el adiós al cine
Volviendo al cine, Luis García Berlanga es otro de los directores clave de su carrera. Con él rodaría ‘La escopeta nacional’. Recordaba para Vanity Fair que el director de la trilogía de los Leguineche le decía: “Óyeme, yo te he alquilado porque eras graciosa y no estás inventando nada”. José Sazatornil, Agustín González o la propia Mónica Randall, que era la servil secretaria de “Saza”, formaron parte del reparto de la primera entrega. Su jefe y también amante debía codearse con la alta élite nobiliaria y poder cerrar jugosos negocios inmobiliarios. Años después, en 1993, volvió a ponerse a las órdenes del realizador valenciano en ‘Todos a la cárcel’, donde debía ser discreta para poder verse con su amante preso en un discreto “vis a vis”.
En los ochenta dio rienda suelta a la variedad e interpretó a un surtido, cuanto menos interesante. Comenzó siendo la exigente secretaria de José Luis López Vázquez en ‘Él y él’; esposa insatisfecha en ‘El divorcio que viene’ o empleada de hipermercado en ‘Una rosa al viento’. Pero, sin duda, una de las cintas más transgresoras de dicha década fue ‘Calé’ de Carlos Serrano. “Contar la historia de una gitana corista y una actriz que se encuentran y se enamoran sin ser lesbianas era muy difícil” dijo Serrano durante la promoción. Rosario Flores y Mónica Randall eran las protagonistas de una historia lésbica, que no erótica. Eso acabó resultando determinante para que el filme no gozase de una buena acogida.
En ‘Sagitario’ era una atenta madre que se encargaba de la seguridad del Museo Reina Sofía. En ‘Mi general’ era una atrevida boticaria que dirigía un programa de sexo en la radio local y en ‘La biblia negra’, una acorazada señora que adoptaba a su sobrino nieto. El cine le cerró las puertas en 2003. Pedro Olea le ofreció ‘Tiempo de tormenta’, donde era una preocupada pintora que deseaba un hijo fuera de las drogas.

La televisión y la «retirada»
Más allá de sus iniciales ‘Estudios 1’ y ‘Novelas’, en los últimos tiempos, Mónica Randall apenas se dejó ver por las ficciones televisivas. Destacó a finales de los noventa, en la ahora olvidada adaptación que Televisión Española hizo de ‘Las chicas de oro’: ‘Juntas, pero no revueltas’. La serie reunió a Amparo Baró, Kiti Mánver, Mercedes Sampietro y a la Randall para interpretar a las legendarias “chicas” americanas. Solo que aquí se les cambió el nombre (aunque las tramas eran prácticamente iguales). Benigna, Rosa, Nuri y Julia confabularon en la cocina de la casa que compartían durante muy poco tiempo. Sencillamente, porque la adaptación apenas tuvo éxito. Volvió a la ficción en ‘Ana y los 7’, protagonizada por Ana Obregón. Allí encarnó a la manipuladora madre de Silvia Marsó, aspirante al amor de Roberto Álvarez.
Regresó a las tablas en 2009, tras 34 años sin pisar los escenarios, con ‘Una comedia muy española’ dirigida por Silvia Munt. “Lo hice porque no era mucho trabajo. Sólo haré eso: cosas que me hagan ilusión y que no me ocupen mucho tiempo; no es hora de grandes esfuerzos”, dijo en la promoción de la obra. Por el momento, parece que no tiene intención alguna de regresar, a menos que le ofrezcan algo irresistible y muy diferente. Seguirá viajando, mucho, y siguiendo los partidos de su equipo, el F.C. Barcelona. “Se puede cambiar de pareja, pero de equipo, nunca”, sentencia la Randall, que hoy, seguramente, celebrará sus ochenta años en algún arqueológico destino.