Drama. Comedia. Acción. Romance. Sexo. Traición. Mentiras. No, no hablamos de Game of Thrones o House of Cards, si no de la sencillez, y al mismo tiempo, tremenda complejidad de la inmejorable e inigualable, Downton Abbey. Barrow, Bates, Edith, Violet, Daisy, Carson y Mary han vuelto, como cada septiembre, para llenar nuestros corazones seriéfilos con mucha televisión.
El
que todavía sigue pensando queDownton
Abbeyes simplemente un culebrón de época es que carece de los cinco
sentidos propios de un ser humano. Y es que,Downton Abbey es tan poderosa, que no sólo se ve, si no que se
piensa, se escucha, se huele y sobre todo, se siente. Tan sólo hay que ver la
secuencia de apertura de esta quinta temporada. A Julian Fellowes únicamente le
hacen falta treinta segundos tras la intro para situarnos y rompernos el
corazón en mil pedazos.Downton Abbeyes el mejor drama de la televisión. Y punto.
El drama de la ITV ha regresado con mucha fuerza, con un capítulo redondo, que roza la perfección en todos los aspectos: magnífica puesta en escena, tremendo trabajo de contextualización histórica, sobresaliente diseño de vestuario, una fotografía exquisita y un acting para el cual no existen calificadores. Al mismo tiempo, ha medido perfectamente el ritmo, dándonos el tiempo necesario para ejercitar nuestra memoria y situarnos respecto a la trama de cada personaje, pero sin dejar de presentar nuevos personajes y nuevas líneas argumentales, rematando con puntos de giro y cliffhangers muy estudiados y medidos. Por no hablar de la exquisitez de los diálogos…
A
pesar del carácter tremendamente coral de Downton Abbey, cada personaje es
tratado con enorme cariño y cuidado, sin dejar un cabo suelto. Así, tenemos a
Moseley y Lady Grantham, que siguen cargando con el peso cómico de la serie,
mientras que Edith le roba el papel dramático a Mary, que se queda a cargo de
la trama romántica. Igualmente, Barrow nos trae la intriga palaciega, y Carson
nos recuerda que ya hemos entrado en aquellos alocados años 20.
De
esta forma, Edith, a la que creíamos en Suiza intentado arreglar el entuerto
del embarazo, resulta que tiene a su adorable hija viviendo en una de las
granjas de la familia Crawley. Por supuesto nadie está al tanto del asunto, a
excepción de Rosemund y la abuela. Por su parte, Tom continúa centrándose en
las tareas administrativas de la hacienda, sin dejar de prestarle atención a Sarah,
la profesora, que hace que el chofer recuerde sus verdaderos orígenes e
ideología. Esto sin duda, le mete en más de un lío, pero Tom se siente parte de
la familia, y no puede permitirse ver las cosas blancas y negras.
Al
mismo tiempo, Rose y Violet hacen las veces de celestinas, con Tom y Sarah, e
Isobel, Lord Merton y el doctor, respectivamente. Mientras, debajo de las
escaleras, Anna y Bates tantean ligeramente el tema de la descendencia, y Daisy
se propone estudiar en vistas a hacerse cargo de la granja en un futuro no tan
lejano. Por otro lado, el oscuro y retorcido Barrow continúa con sus artimañas
para sonsacarle a Baxter toda la información que posee acerca de Bates y su
posible relación con el asesinato de Mr. Green. Sin embargo, Baxter, aconsejada
por el bonachón de Moseley, decide confesar sus antepasados criminales,
haciendo que Lady Grantham se ponga de su parte y en contra del mayordomo.
Pero
sobre todo, este es un capítulo marcado por los tiempos modernos, por el cambio
en la mentalidad y lo que podría entenderse como la ruptura de la sociedad
británica de clases. Así, el comité encargado de preparar un acto conmemorativo
de la guerra, le pide a Carson que sea el presidente, dejando de lado a Lord
Grantham. El mayordomo acepta con la condición de que su señor también participe.
Igualmente, James se mete en un lío de faldas con su antigua señora, lo que le
cuesta su trabajo en la abadía.
Por
último, Mary continúa curando las heridas causadas por la muerte de Matthew,
pero al mismo tiempo, dispuesta a continuar con su vida. Aquí, Mary es la
encargada de representar a la mujer moderna, más consciente de su papel, de su
cuerpo y de su poder de decisión. Por ello le hace saber a Tony Gillingham que
sigue interesada por él, pero no está dispuesta a casarse inmediatamente. Lamentablemente,
y a pesar de los meritorios esfuerzos de Tony Gillingham por llenar su vacío,
todavía se aprecia cuán larga es la sombra de Matthew, dejándonos una gran
sensación de melancolía.
El
cliffhanger final viene protagonizado por Edith, que inconscientemente, provoca
un incendio, alarmando a todos los habitantes de la casa y descubriendo todas
las tramas. Así, Lord Grantham descubre a James en la cama con Lady Anstruther, Barrow queda como héroe al salvar a Edith, Tom y Robert fortaleciendo su relación
paterno filial, y Mrs. Hughes sospechando de la relación existente entre el
granjero y Edith.
Este
primer capítulo ahonda enormemente en las relaciones ya existentes, recordándonos que Downton Abbey es una serie que hay que
leer entre líneas y que cada personaje es mucho más que su posición en la casa.
Así, Tom es el hijo que Robert nunca tuvo, que la relación de Carson y Lord
Grantham va mucho más allá que la de simple empleado y que Violet e Isobel, a
pesar de las diferencias, son mejores amigas. Y nos regala una de las
relaciones más ricas, mejor escritas y más deliciosas de ver que se han escrito
en televisión, la amistad entre Mary y Anna.
Downton Abbeyha regresado por todo lo alto. Con mucho drama, comedia,
romance e intriga, demostrando una vez más, que nos encontramos ante el mejor
drama de la televisión. El drama de la ITV nos planteó hace cinco años en su
primer episodio una gran pregunta: ¿encontrará Lady Mary al amor de su vida?
Ahora, cinco años más tarde, la pregunta es aún más compleja: ¿terminará de
encontrarse a sí misma? La respuesta estará siempre en esa escalera que conduce
arriba y abajo.