Hace unos años tan solo una webcam, escaso sentido del ridículo y mucho pintalabios mal aplicado servían para captar la atención de miles de espectadores en YouTube. Pero también para ganarse los ofensivos e hirientes comentarios de un sinfín de individuos faltos de sentido del humor. Miranda Sings, reina de las covers y la parodia cambia de formato gracias a Netflix. ¿Dará la nota con Haters Back Off?
Miranda canta en televisión
¿Qué
tiene en común Haters Back Off y Crisis in Six Scenes? La televisión. La
primera traslada el exitoso fenómeno youtuber de Collen Ballinger al formato medio.
La segunda supone la aproximación de un cineasta reconocido como Woody Allen a
la “pequeña” pantalla. La televisión, y no la “caja tonta” de toda la vida,
sino la liderada por plataformas digitales de pago como Netflix, es el centro
indiscutible de la cultura mainstream. Ambos ejemplos ponen sobre la mesa un
incandescente debate: ¿valen todos los estilos, formatos o artistas para ser
llevados a televisión?
En
el caso de Haters Back Off la respuesta es no. El concepto de Ballinger para
YouTube es impecable y sólido en todos los aspectos. El humor, la actitud, las
referencias a la cultura popular y la puesta en escena descuidada son rasgos
propios de contenidos exitosos en esta plataforma audiovisual de
entretenimiento. Miranda Sings da el do de pecho en 4 o 5 minutos, pero en 21
minutos de sitcom resulta estridente, excéntrica e, incluso, cargante. Pero ahí
reside el arma de doble filo de la personalidad de este personaje que hace
funambulismo sobre una delgada cuerda.
Lo
que enamoró a la audiencia de Miranda allá por el 2008, en 2016, y aunque
amparada por el buen hacer de Netflix, desafina en varios aspectos. El
reparto, salvo Ballinger, no termina de hacerse con unos personajes demasiado
polarizados y de difícil identificación. Toda la serie se sitúa en un ambiente
dominado por la decadencia y el patetismo, muy en consonancia con el espíritu
de la protagonista, al que sin embargo no termina de sacársele partido. Las
tramas, en ocasiones demasiado esperpénticas y poco realistas, no permiten el
lucimiento de los personajes, ni mucho menos el de la protagonista.
Quizá el mayor “error” haya sido relegar la premisa, es decir, la búsqueda del éxito a través de vídeos en YouTube, a un segundo plano. Esto, que le concedió la fama a Colleen Ballinger con Miranda Sings, y que le permitió merecerse una producción Netflix, queda destinada únicamente a los cold openings y a los epílogos.
Al compás de Netflix
La
comedia y el humor se palpan en Haters Back Off pero no deslumbran. La falta de
vergüenza y ridículo, el desparpajo y personalidad que Sings presenta en sus
vídeos cortos desaparece en el medio formato. Los highlights cómicos e
irrisorios pertenecen a Ballinger en contadas ocasiones, con predominio del gag
visual por encima del chiste inteligente. Esto se debe principalmente a que la
producción ha apuntado a adolescentes y jóvenes como target. En definitiva, a
Haters Back Off le falta garra, fuerza, crítica, atrevimiento, ironía,
sarcasmo.
Siguiendo
la estela de Unbreakable Kimmy Schmidt, la gran joya cómica de Netflix, Haters
Back Off apuesta por buscar la moraleja amable y el final feliz con intención
educativa. Esto también ocurría en Parks&Recreation, pero la serie de la
NBC lo hacía con más irreverencia y gamberrismo.
Haters
Back Off es digna de visionado, especialmente para que el espectador se sienta
testigo de la trascendencia cultural actual de las plataformas digitales y la
televisión. Esta serie es el producto perfecto de esa democratización de la
cultura mainstream o pop, que permite que una chiquilla de un olvidado pueblo
americano alcance el éxito.
Haters
Back Off hará las delicias de aquellos espectadores fans del humor visual y las
excentricidades. Aquellos que no lo sean, verán su aguante y paciencia puestos
a prueba. Miranda Sings está camino del éxito, al igual que la serie de la que
es protagonista. Aún necesita algunas clases de canto, pero si afina el oído y entona correctamente, dará la nota en la segunda temporada.